Covey nos anima a ver que entre nosotros y cada persona con quién tengamos relación hay un especie de "cuenta" que el llama la "cuenta bancaria emocional". Allí hacemos depósitos y retiradas dependiendo de como tratamos a la persona con quien mantenemos la cuenta.
Esto me parece especialmente relevante para padres porque hay quienes dicen que a la medida que nuestros hijos vayan creciendo, los intercambios entre padres e hijos suelen ir reduciéndose a unas frases hechas sobre imagen, higiene, deberes, horarios y dieta etc. Es decir, una situación de retiradas continuas - muchas veces sin depósitos. De esta forma algunos padres e hijos llegan a la adolescencia en la bancarrota. Surgen problemas, dudas, complicaciones y no pueden ni hablar - porque ya no quedan ni fondos, ni crédito.
Recuerdo una campaña contra la droga que tuvo como mensaje "Habla con tu hijo." Se ve que estaban animando a los padres a cuidar su relación con sus hijos para poder influir en la vida de ellos. Lo que pasa es que es más complicado que sólo "hablar". Hay que saber como hablar y como actuar para que tu hijo perciba depósitos en vez de retiradas.
Dice Covey que los depósitos consisten en lo que la otra persona percibe como tal (un depósito) y que las retiradas consisten en cualquier cosa que el otro percibe como tal (una retirada).
Nos anima a tener muy en cuenta el saldo de cada cuenta - por que, siendo seres humanos - habrán veces que retiramos fondos incluso sin querer. Si tenemos buen saldo, fácilmente nos perdonan. Si hemos tocado fondo, entonces incluso la más mínima retirada (error humano o metedura de pata) puede hacer que una persona se enfade o se vuelva contra nosotros.
Como él explica, es natural que a veces los padres hacemos retiradas de las cuentas de nuestros hijos simplemente porque tenemos que tomar decisiones sobre asuntos que no entienden o porque tenemos que insistir en que hagan cosas por su bien aunque no quieran. Nos aconseja por un lado minimizar estas retiradas con explicaciones y cariño y por otro lado tener especial cuidado en mantener siempre un buen saldo.
Todo esto puede parecer obvio - demasiado sencillo - pero os aseguro que, como madre, he visto como el jaleo de la vida complica las cosas. Entre el trabajo, el colegio, las actividades extraescolares, los deberes, el dentista, los cumples, el aniversario, las comidas familiares, el supermercado... fácilmente se pierde la cuenta, se cae en la trampa de estar siempre detrás del niño (por su bien, por supuesto, y con buenas intenciones)...
Covey recomienda que no solamente hablamos con nuestros hijos sino que siempre "buscamos primero comprender para luego conseguir que nos comprenden". Consiste en escuchar al otro - nuestro hijo en este caso - hasta estar seguros de que entendamos su punto de vista y que él se sienta comprendido 100%. Es entonces cuando podemos intentar explicarles nuestro punto de vista y pedirle comprensión para nuestro proyecto, plan, opinión o lo que sea.
Según Covey, esto es el depósito más importante que podemos ofrecer a cualquier persona - escucharle de verdad con la sola intención de comprenderle.
Parece sencillo, obvio ¿Pero cuántas veces seguimos este modelo con nuestros hijos?
Luego hay mil formas más de hacer depósitos en las cuentas emocionales de nuestros hijos pero el truco siempre está en que los depósitos no consisten en lo que nosotros consideramos depósitos sino en lo que nuestros hijos perciben como depósitos. Es decir, la cuenta no funciona a base de lo que nosotros - los tan bien intencionados padres - queremos meter, sino de lo que ellos necesitan y esperan y quieren de nosotros en general y en algún momento dado - que les escuchemos, que nos interesemos por esas cosas suyas que ni entendemos, que pasemos tiempo juntos haciendo también lo que a ellos les gusta hacer, que juguemos con ellos, que hablemos con ellos sobre temas importantes - haciéndoles así sentirse importantes... A veces el depósito consiste en saber cuando dejarles solos.
Para mí, la visión tan sencillita de esa cuenta bancaria emocional me ha servido de herramienta en medio de una vida muy llena - para estar siempre tomando el pulso de la relación que mantengo con cada uno de mis hijos. Muchas veces cuando hay algún problema - celos entre los hermanos, una actitud un poco rebelde, demasiadas lágrimas quien sabe porque - en vez de tratar el problema que tengo delante, voy directamente al "banco" para hacer depósitos. Leemos un cuento, pasamos tiempo juntos hablando, le invito a hacer la compra conmigo sólo nosotros dos, damos un paseo, hablamos de los perros o los juegos de video o otro tema que no me atrae pero a ella sí… lo que sea. Para mí, los resultados han sido muy buenos - nunca falla.
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