lunes, 2 de julio de 2012

Ser como los demás



Imágen: Atrévate a ser DIFERENTE.


Mis hijas son perfectamente bilingües. Hablan inglés y español sin acento extranjero en ninguno de los dos idiomas. Sin embargo, hace años descubrí un fascinante fenómeno: todas son capaces de hablar inglés con un buen acento español - igual que sus compañeros en el colegio. No quieren destacar. Les da vergüenza.

Desde que me di cuenta de que mi hija mayor estaba hablando inglés con acento en el colegio, supe que tenía que trabajar muy bien la imagen que ella tenía de los Estados Unidos, de sí misma como media americana y del inglés como idioma importante en el mundo.

Para un adulto las ventajas de hablar inglés perfectamente están claras, pero para una niña de 6 o 7, incluso 9 o 10 años, no. Lo único que quieren es ser como los demás.

El ser humano tiene una profunda necesidad para formar parte de su grupo, para estar incluido, de sentirse dentro y no fuera.

Hace tiempo escribí una entrada que se llamaba "Compartiendo Orígenes" en que hablo de la necesidad de cultivar en nuestros hijos un orgullo por sus raíces - y me sorprendieron algunas de las reacciones que recibí: algunas madres, que me aseguraron que sus hijos no querían saber nada de su país de origen, de su raza, de su cultura de nacimiento, porque se sentían españoles. En algunos casos, los hijos mostraron un fuerte rechazo hacia sus orígenes.

Las familias adoptivas - sobre todo con hijos de otros países, razas o etnias, pero también de adopciones nacionales - deben saber que existe un peligro importante que puede hacer mucho daño a sus hijos. Es intentar ayudarles a sentir como parte del grupo a base de negar sus diferencias, de rechazarlas e incluso odiarlas.

Está claro que nuestros hijos querrán ser como los demás, pero nos tenemos que preguntar: ¿Es posible formar parte del grupo sin renunciar a uno mismo?

Ser diferente duele - sobre todo durante ciertas etapas de la infancia y la niñez y la adolescencia. Duele y mucho.

Pero la solución no es negar las diferencias.

La solución está en identificarlas, reconocerlas y aprender a valorarlas de forma positiva.

Esto para algunas de nuestras familias es un problema importante - porque si nosotros mismos - los padres - no sabemos apreciar y celebrar las diferencias de nuestros hijos, difícilmente vamos a poder convencerles a ellos de que disfruten de una ventaja por ser de familia gitana o por haber nacido en Etiopía o China o Ucrania.

Comprendo que puede ser difícil cultivar la actitud correcta ante las diferencias. Como americana, yo estaba convencida del valor de mi propia cultura de origen y del inglés - así que fue fácil fomentar la misma actitud en mis hijas. Pero cuando adopté a mi hija en China, me sentí perdida al principio. Durante mi adolescencia había leído novelas sobre guerra y comunismo en China. Lo que más destacaba para mí, era la falta de respeto por los derechos humanos más básicos. También me veía afectada por muchos estereotipos negativos. ¿Cómo vencerlos?

Sabía que para transmitir a mi hija una imagen sana e equilibrada de su país de origen - y sobre todo para fomentar en ella el orgullo que todos merecen sentir por sus raíces, por sus orígenes, tenía que comenzar conmigo misma. Y gracias a los dos años que llevo cultivando mi amistad con una mujer china ( a través de Internet) mi propia ilusión por todo lo relacionado con china se contagia a todas mis hijas y disfrutamos ahora de un clima cosmopolita y abierta en casa, donde realmente todas las culturas del mundo están bienvenidos.

Ayer, antes de ver la Euro Copa, le felicité a mi hija - la que nació en China. "¡Qué suerte tienes!" le dije sonriendo. "Si gana España, ganas tú. El día que gane China, ganas tú. Y siempre que gane Estados Unidos, ganas tú! Cuando te adoptamos, te hiciste español. Después yo quise que fueras también americana como yo. Y a pesar de que ya no tienes la ciudadanía china, naciste allí, de padres chinos y nadie nunca jamás te puede quitar el hecho de ser China también. ¡Qué bonito! ¡Qué suerte!"

A ella le encanta este tipo discurso. Le fascina. Se siente tan orgullosa. Con el tiempo, hemos ido celebrando sus diferencias y fomentando en nuestra familia una cultura de más en vez de menos - es decir, que estas diferencias te dan algo más, son un plus, algo especial.

Todavía quiere ser "como los demás" en muchos respectos, pero también se valora por quién es. Está aprendiendo poco a poco, como interpretar sus diferencias, valorar las ventajas que pueden suponer y sentirse bien con lo que significan para ella.