viernes, 29 de junio de 2012

"Encaje Familiar"


Hay un concepto que encuentro a veces en los libros de adopción de EE.UU. que se llama “Family Fit”. Se podría traducir como “Encaje Familiar” y significa que padres e hijos se sienten que están hechos los unos para los otros, que comparten muchas características, gustos etc.

Francamente, no me gusta este concepto.

Hablan de ello más que nada para “comprender” a las familias donde los padres adoptivos tengan la sensación de que no tienen nada en común con algún hijo adoptivo, como si no encajara en la familia, como si viniera quizás de otro planeta.

En mi opinión, simplemente tener la idea  de que padres e hijos tengan que tener algo en común demuestra unas expectativas no realistas.

En cambio, Fisher y Watkins, las autoras de “Hablando con los niños pequeños de la adopción”, explican que este es un problema que puede afectar tanto a familias biológicas como familias adoptivas, pero creen que las adoptivas tenemos ventaja – simplemente porque desde el principio sabemos que no van a compartir la genética y que entonces podrían ser muy diferentes a sus hijos.

A pesar de esta ventaja, desgraciadamente hay algunos padres y madres adoptivos que adoptan con unas expectativas muy concretas sobre la relación que van a tener con sus hijos y lo que estos van a hacer y conseguir en la vida.

Una vez leí de una madre adoptiva que se sentía insatisfecha con su hija porque no era activa y atlética como el resto de la familia. ¿Cómo llegan a producirse estas adopciones? También puede pasar en las familia biológicas, pero, como explica Holly van Gulden (Padres Verdaderos Hijos Verdaderos) hay una tendencia de “aparcar” las características de los hijos buscando otros parientes parecidos: “Pues, parece que a salido al tío Pepe.” Esto puede hacer más fácil llevar la diferencia.

Y “diferencia” parece ser la palabra clave. Una vez más vemos que la manera en que cada familia rechaza, tolera o acepta – o, mejor CELEBRA – las diferencias, es clave. Es fundamental que todos los hijos tengan la licencia, la libertad, para ser diferentes a sus padres, a sus hermanos, a todo el mundo: para ser ellos mismos.

miércoles, 27 de junio de 2012

La tregua no es lo que parece


En su libro "Padres Verdaderos Hijos Verdaderos" (solo en inglés) la psicóloga Holly Van Gulden, especializada en adopción describe la etapa de primaria como un periodo en que las familias adoptivas muchas veces disfrutan de una especie de tregua. Durante la etapa preescolar los peques nos asaltan con preguntas muy difíciles: "¿Estaba en tu barriga?" y "¿Podemos visitar a mi madre biológica?" (Este tipo de preguntas nos hacen si hemos estado muy abiertos con ellos.) Pero ahora, llegan a primaria y experimentan un cambio radical:

"El cambio de preescolar a primaria representa un giro clave en el desarrollo del niño. Comienzan en la escuela y los horizontes de su mundo se extienden como nunca antes. Pero la expansión de sus horizontes se debe a más que solo la expansión de su mundo; también su creciente capacidad para comprender y razonar hace posible profundizar y dar nuevos significados al mundo que ya conoce. Así es que justo en un momento cuando los padres y las familias tienden a hablar menos y menos de la adopción, es tan importante como nunca mantener abierto el diálogo y ayudar al niño con los diversos sentimientos que puede sentir hacia la adopción."

Puede que sea casi un alivio, que en esta época, los niños dejen de lanzar preguntas. Como explica van Gulden, después de todo lo que hemos hecho para llegar a ellos, es difícil tener que explicarlo todo una y otra vez. Por eso, los padres muchas veces respiramos más tranquilos cuando lleguen a primaria y están tan ocupados con el colegio, los deberes y las actividades extraescolares que a veces casi parece que han olvidado el hecho de ser adoptados. Parece que las aguas han vuelto a sus cauces y por fin podemos disfrutar de la "normalidad", del día a día, de nuestras familias.

Y esa disminuición de preguntas también puede hacer que pensemos que ya comprenden y que ya no hace falta hablar tanto - que estén satisfechos con la información que tienen. Además, puede que ellos incluso se enfaden un poquito o nos ignoren si hacemos mención de la adopción.

Pero la realidad suele ser otra, porque es que ahora - justo en primaria - cuando comprenden mejor que nunca lo que significa ser adoptado. Ahora saben que sí, han ganado, pero que también han perdido. Empiezan a sentir vergüenza. Comienzan a verse como diferentes a los demás, pero no simplemente por fuera, sino por un motivo fundamental: no han llegado a sus familias por la misma vía que los demás.

El otro día estaba leyendo el magnífico libro de Jaime Ledesma, "Mediación Familiar enBusca de Orígenes" (en español) donde hay una carta que una mujer adoptada escribe a su madre biológica durante el proceso de mediación, antes de conocerla. Cuenta como crecía con tanto amor, pero aún así siempre se sentía inferior por ser adoptada... Es que por mucho que queramos pensar que nuestros hijos no estén afectados por el hecho de haber perdido su primera familia, no es así. Es algo que pueden llevar muy dentro, sin comentar - pero que sigue allí.

Ahora mi hija pregunta muy poco, muy, muy poco. Está bien entrada en primaria.

De vez en cuando lanzo una piedrecita (un comentario diseñado para abordar el tema - sin presiones). "El otro día vi un reportaje sobre adopción en el periódico..." o "Cuánto me gustaría que tus padres biológicos pudieron verte ahora - tan guapa." o "Estoy pensando en el viaje que queremos hacer a China." Y parece que estamos manteniendo la puerta abierta, porque a veces ella también hace algún comentario.

El otro día vino a la cocina para acompañarme mientras preparaba la cena. Se sentó y dijo con total naturalidad, "Mamá, me gustaría conocer a mi madre biológica."

Ya no me asusto. Tengo claro mis dos objetivos:

1. Reconocer sus sentimientos y recordarle que es normal sentir lo que siente, que es libre para sentir lo que sea. Si está triste - es normal. Si tiene curiosidad - también es normal. Si se siente enfadad a veces, pues también.

2. Formarle sobre la importancia de sus decisiones - que mientras que es libre para sentir y expresar sus sentimientos, es importante que elija su camino. Quiero que comprenda que hay personas que se hunden o se obsesionan porque no pueden conseguir algo que está fuera de su poder conseguir. En cambio, hay otras personas que elijan la felicidad a pesar de circunstancias que podrían ser frustrantes. Quiero animarle a cuidar y nutrir su felicidad en medio de su búsqueda - sea interior o real. Quiero que sepa que el pasado no tiene que ser un lastre para ella, que triunfar y sentirse feliz y satisfecha es algo que simplemente puede elegir.

De algún modo, hablamos de eso el otro día en la cocina. Ella es pequeña todavía, pero puede entender.

Noto que a los niños les gusta muchísimo que confiemos en ellos, que les hablamos claro de la vida, explicándoles como es y sobre todo - enseñándoles las grandes verdades a través de nuestros relatos personales, de metáforas y de analogías sencillitas.

Nuestros hijos están creciendo y tenemos que crecer con ellos. Es imprescindible mantener abierto las vías de comunicación durante la etapa de primaria.

No guardes silencio. No te dejes engañar por el silencio de tus hijos. Porque en realidad, no hay tregua; La etapa de primaria es el momento perfecto para prepararles y equiparles para la adolescencia.

domingo, 17 de junio de 2012

La Vida es un Factor de Riesgo


Ultimamente estoy pensando mucho en lo que los psicólogos llaman "factores de riesgo". Cuando una persona o una pareja quiere adoptar, un equipo de psicólogos y trabajadores sociales tiene que hacerles una valoración y lo que principalmente quieren detectar - si no me equivoco - con "factores de riesgo", que son cosas que podrían desaconsejar una adopción en el momento en que la familia lo está solicitando.

Un factor de riesgo podría ser algo tan alarmante como unos antecedentes criminales, pero también se podría encontrar en algo transitoria como una situación económica inestable. Los motivos que los futuros padres dan para adoptar también pueden ser considerados "factores de riesgo" porque los estudios sobre familias adoptivas han demostrado por ejemplo, que adoptar para "sustituir" a un hijo perdido o para tener ayuda en casa o compañia durante la vejez ponen en riesgo la posibilidad de crear una verdadera relación padre-hijo.

Una vez que lleguen nuestros hijos, seguimos con el tema de "factores de riesgo", pero ahora me parece que la situación cambia bastante. Ya son factores que quizás lleguen con nuestros hijos y que son nuestros. Tenemos que asumirlos y tomar decisiones sobre qué hacer respecto a ellos.

¿Cuáles son los factores de riesgo en la vida de nuestros hijos?

El haber pasado tiempo en un orfanato
Una nutrición inadecuada
Falta de afecto
La edad con la que fueron adoptados
Abusos o negligencias
Recuerdos traumáticos
El tiempo perdido
Inseguridad
Dificultados para formar lazos de apego...

Hay muchos factores diferentes y creo que es demasiado fácil sentirnos abrumados por ellos. Pero últimamente se me ha ocurrido que esos mismos "Factores de Riesgo" también pueden ser "Factores de Resiliencia" muchas veces - es decir, factores que motivan a nosotros y a nuestros hijos a superar los retos que suponen y a salir adelantes y a encontrar lo bueno que hay a pesar de lo que pasó antes.

Estoy de acuerdo con que los técnicos tienen que enfocarse en factores de riesgo durante el proceso de adopción. Pero creo que incluso durante esa fase, deben comenzar el proceso de formar a los futuros padres sobre este hecho - de que los factores de riesgo muchas veces se pueden llamar de otra manera, que en muchos casos tenemos la opción de convertirlos en factores de resiliencia.

Si no, fácilmente nos centramos en lo negativo sin ver todo lo que podemos hacer y conseguir.

Porque la verdad es que después de todo, quizás la vida misma es el mayor factor de riesgo que hay. Todos los días nos enfrentamos a ella con sus miles de pequeños retos y salimos adelante. Somos resilientes. Muchas veces lo único que hace falta para hacer lo mismo ante los grandes retos es un cambio de mentalidad.

domingo, 10 de junio de 2012

Libertad y Superación


¡Este blog ha cumplido 5 años!

Este verano voy a volver a colgar algunos de mis escritos favoritos de los últimos años - esto fue de Julio 2007:

Han pasado más que dos años y soy una persona completamente distinta. La adopción no sólo te hace madre sino que además te enriquece, te hace crecer como persona.”
Son las palabras de Sara Barrena, de su libro “Venida de la Lluvia” y me gustaría decir que casi tres años después de adoptar puedo decir lo mismo que ella – que soy otra, que la experiencia me ha enriquecida, que he crecido como persona.

He pensado mucho en como ser madre – o padre – nos puede cambiar en general y cuales podrían ser las diferencias entre los cambios que experimentan los padres biológicos y los padres adoptivos.

He sido madre durante casi doce años, pero lo que ha cambiado durante los últimos tres es la forma en que veo los límites.

Me di cuenta hace una década de que mi vida era un ejercicio en la “auto-limitación”, que yo misma había dibujado unos horizontes muy estrechos alrededor de mi misma y que allí dentro estaba viviendo encerrada, atrapada, agobiada.

Cuando mi marido y yo hablamos de adoptar, pensé que ya había superado a mi misma – que había salido de mi pequeña cajita y que ya estaba volando.

A cambio de la mayoría de las parejas, la adopción fue idea de mi marido, que quería tener una familia numerosa – algo que de joven, yo también había imaginado.

Pero en cuanto lo hablamos, me surgieron un millón de miedos y no puedos… que aquí estaba yo a miles de kilómetros de mi familia, que estaba intentando consolidar mi vida laboral, que no tenía a nadie para ayudarme si pasara cualquier cosa, que yo no podía con más de dos niños, que era imposible, que como nos arreglaríamos económicamente…

Pero, tomamos la decisión de hacerlo.

Hicimos las entrevistas y los papeles, conseguimos la idoneidad, llegaron las fotos de China y me acuerdo como todo se me hizo realidad en un solo momento. Ya era una persona, una hija mía. No pude contener las lágrimas.

Con eso no quiere decir que me sentí tranquila. No tenía ni idea de cómo iba a sacar adelante a más niños, porque ya me había salido el trabajo en la radio…

Llegó la carta para viajar a China y casi me da vergüenza decir que tuve miedo a viajar – después de tantos viajes y tanto gusto por viajar – pero esta vez sería sin mis hijos – ningunos – y sentí miedo por si algo nos pasaron en el viaje, dejando huérfanas tantos a los que dejamos en España como a la que nos esperaba en China…

¡Por favor!

No me gusta confesar que en ese momento de mi vida sólo vi barreras alrededor de mí. ¡Como he cambiado! De verdad, hoy – sólo tres años después – soy otra persona por completo.

En medio de todo, vimos llegar no sólo a nuestra hija de China sino de una hija más (una sorpresa biológica) y os voy a decir una cosa: somos capaces de mucho más de lo que podemos imaginar.

Hubo un año muy, muy difícil en que físicamente me vi estirada al máximo.

Pero ahora, miro hacía atrás a mis viejas preocupaciones con una sonrisa. He visto como he podido hacerlo. Veo que es como escalar una montaña - no lo haces sabiendo de antemano exactamente como lo vas a hacer. Te lanzas a la montaña con tus herramientas y vas buscando huecos donde meter primero una mano, luego un pie después otra mano. Sólo piensas en el paso que tienes delante - nada más - y así llegas a la cima.

Para mi, todo ha valido la pena. Antes no me ví como una persona tan paciente; hoy soy mucho más paciente. No era muy tranquila, ahora me siento mucho mas tranquila. También me encuentro mas feliz, quizás mas sabia.

He crecido – sí. Mi vida se ha enriquecido.

Y cuando hablamos de la posibilidad de volver a adoptar, no me causa ninguna preocupación.

Es cierto lo que dicen de que si vas caminando hacía tus horizontes, verás como ellos irán retrocediendo.

“Teníamos un desconocimiento total de la montaña, por eso nunca nos pusimos límites y pensamos que podríamos sobrevivir. Las hazañas son posibles porque alguien se animó a hacerlas. Nosotros no contábamos en aquella ocasión con el no se puede.”
Gustavo Zerbino, superviviente junto a otras quince personas del trágico accidente aéreo ocurrido en Los Andes en 1972. (La Expansión & Empleo, 31 Agosto 2002)