viernes, 27 de abril de 2012

Cuéntale cómo pasó...

La herramienta más poderosa que he desarrollado como madre es la capacidad para contar relatos personales a mis hijas. Así comparto con ellas las grandes lecciones que he aprendido a través de la resolución de importantes conflictos o  de retos que he superado.


"Un relato personal no es una anéctoda o un chiste. Se trata de una herramienta de comunicación estructurada en una secuencia de acontecimientos que apelan a nuestros sentidos y emociones. El exponer uno o varios conflictos personales, y cómo el protagonista los resuelve, revela una verdad que aporta sentido a nuestras vidas."
- Antonio Nuñez, Storytelling en una semana


¿Cómo comunicamos con nuestros hijos sobre temas como la droga o el alcohol? ¿Cómo transmitimos la importancia de estudiar? ¿Cómo les enseñamos lo que significa perdonar - o pedir perdón? Y - como padres adoptivos ¿Cómo ayudamos a nuestros hijos a dar sentido a los complicados hechos de sus vidas? Todos estos temas y muchos más se puede tratar de forma muy eficaz, efectiva y ENTRETENIDA a través de los relatos personales.


Desgraciadamente los padres tenemos una tendencia patológica a ocultar de nuestros hijos los conflictos, problemas y dificultades más importantes de nuestras vidas para no preocuparles, para no quitarles la inocencia, para "protegerles". ¿Protegerles de qué? ¿De la verdad? ¿De cómo es la realidad de la vida? ¿De las lecciones que podrían aprender si solo estuviéramos lo suficientemente valientes como para compartir con ellos los verdaderos relatos de nuestras vidas?


En su excelente libro "Storytelling en una semana", Antonio Nuñez habla de los elementos de un relato personal:


Conflicto
Sin conflicto, no hay relato, nos explica este Consultor de Comunicación especializado en "storytelling" (el arte de contar una historia). Cada conflicto, problema o reto que hemos superado es una fuente de sabiduria que podemos compartir con nuestros hijos. Puede que no tengan que superar el mismo problema, pero les va a enseñar las pautas para enfrentarse a sus propios dilemas en la vida.


Secuencia de Acontecimientos
Hay que dar forma al relato a través de una secuencia - quizás cronológica, quizás organizado de otra manera - pero tiene que seguir una secuencia lógica. Para Nuñez, esta es la "navaja suiza" de las estructuras:


Reto - contar el reto, explícales a tus hijos el problema que tuviste. 


Mentor - en los relatos personales suelen haber un mentor, según Nuñez, alguién que da consejos, apoyo, ayuda, alguién que comparte su experiencia, su sabiduria y que proporciona claves para solucionar el problema. 


Objeto Mágico - el objeto mágico parece ser cualquier cosa que sirva como llave para abrir la puerta y solucionar el problema. 


Aprendizaje - Hacemos más real el relato si compartimos los detalles de nuestra lucha, de como fuimos aprendiendo y adquiriendo nuevas habilidades que nos equiparían para vencer al final, para llegar a la cima de la montaña. ¿Cómo te hiciste fuerte? ¿Qué tenías que hacer o cómo tenías que cambiar para poder conseguir tu meta? A través de las respuestas puedes transmitir valiosa información que puede enseñar a tu hijo mucho sobre lo que significa luchar para conseguir algo. .

Batalla - Esto Nuñez también llama "el momento de la verdad". 


Recompensa - Por fin toca el desenlace. Ahora ganamos la batalla, recibimos el premio, conseguimos el meta, llegamos a la cima de la montaña...  Dice Nuñez, "En esta última fase de la estructura narrativa el entorno socila del protagonista reconoce públicamente lo acertado de su decisión, certifica su éxito y le agradece el esfuerzo realizado y el riesgo asumido. La manada de primates ve reafirmado la vigencia de su cultura o, por el contrario, ve cómo uno de sus miembros la modifica para bien, adaptándola a un nuevo entorno o nuevos tiempos."


Sentidos y Emociones
Nuñez nos explica como debemos de despertar todos los sentidos y también las emociones a través del relato. Así lo hacemos más real y memorable. Así nuestros hijos van a prestar atención y vivir el relato.


Verdad
Cómo explica Nuñez, "sea ficción o no ficción, tu relato personal contendrá las verdades de la tribu". Si no, nadie prestará atención.


Sentido
Los relatos personales nos ayudan a dar sentido a nuestras vidas. A través de nuestros relatos, nuestros hijos aprenderán a dar sentido a sus propias experiencias.

Storytelling en una semana es un recurso excelente. Lo recomiendo para comprender mejor el valor de los relatos en la vida. Es cortito y cuesto menos de 8 Euros - y vale mucho la pena.


Los seres humanos estamos programados para escuchar cuentos. Prestamos mucha atención a los cuentos. Recordamos muy bien los cuentos. Y aprendemos muchísimo de los cuentos.


Cúentale a tu hijo cómo pasó - por mucho que te doliera, por muy difícil que te fuera, por mucho que te costara, por mucha verguenza que te de, por muy tabú que te parezca el tema, por mucho que quieras esconderte detrás de las apariencias para quedar bien y ser recordado como un/a santo@... Tienes mucho que contar y tu hijo tiene mucho que aprender de tu vida, sobre la vida misma y para poder vivir bien su propia vida.


Venga, cuéntele cómo pasó...





Si quieres, puedes visitar la página web de Antonio Nuñez.














domingo, 1 de abril de 2012

¿Cuánto saben? ¿Qué comprenden?

Hay un ejercicio muy interesante en el libro "Detrás de la Máscara - Comprendiendo a los Adolescentes Adoptados" (sólo en inglés) de Debbie Riley. Según esta experta en adopción es sumamente útil pedir a un adolescente adoptado - sobre todo delante de sus padres - que cuenta la historia de su adopción.

Esto es lo que dice Riley:
"Al contar la historia de la adopción muchas veces se descubre lagunas importantes en la comprensión o la transmisión de información. En algunos casos, es evidente que los padres no han contestado de forma adecuada a las preguntas que han ido surgiendo durante el desarrollo del niño. Demasiadas veces, puede que hayan compartido la información, pero debido a la carga emocional de la información y/o el temperamento o la fase del desarrollo del niño, fo fue procesado o interiorizado por el pequeño. De hecho, lo más frecuente es que el adolescente presenta una historia llena de huecos. Puede que el padre dice, 'María, te dije que si conocí a tu madre biológica cuando naciste y que su nombre es Elena.' El niño puede contestar con indignación, 'No lo hiciste. Nunca me dijiste que sabías su nombre.'"
Es por eso que los expertos nos dicen una y otra vez que tenemos que hablar de la adopción a lo largo de la infancia de nuestros hijos. No puede tratarse de prepararnos por ese gran momento en el que le decimos que es adoptado. Tampoco podemos quedarnos en la etapa del "cuento", ese cuento tan bonito que comienza con nosotros, con nuestro viaje, con el momento en que le conocimos.
Hay que ir más allá para hablar de todo. Hay que comenzar desde el principio, en el momento del nacimiento del niño o antes incluso - para hablar de la concepción, del embarazo, de las posibles circunstancias de sus progenitores, de su familia de origen, de su país de origen, del mundo en el que iba a nacer, en el que nació al final.
Es fácil olvidar lo difícil que es para un niño comprender la vida, los miles de conceptos tan complejos que hace tiempo logramos comprender nosotros. Es difícil imaginar cuantas veces un hijo necesita volver a hablar de los hechos de su vida cuando son tan complicados, llenos de informaciones muy difíciles de asimilar.
Otra cosa muy importante es el factor emocional. Riley habla de la "carga emocional" que tiene la información a veces. Algunos hechos de la vida de nuestros hijos les van a crear un especie de "shock" al oírlos porque no van a ser lo que esperaban ni lo que querían oír.
Hablar no es algo que hacemos una vez, ni dos. Tampoco se trata de buscar momentos "perfectos". Es algo que se hace con normalidad y naturalidad siempre y cuando surga la necesidad. Y si no surga la necesidad de forma natural, como padres, buscaremos la forma de hacer surgir conversaciones importantes y necesarias.
Mejor que lleguen a la adolescencia con una base sólida, comprendiendo bien su historia y fuertemente equipados para interpretar los hechos de la manera más sana, madura y positiva posible. Puede suponer la diferencia entre una adolescencia tormentosa o un periódo quizás un poco más difícil de lo normal, pero que cabe dentro de la normalidad.
Así que, mejor no esperar a la adolescencia para hacer esa pregunta tan importante. Mejor pedir a nuestros hijos de vez en cuando que nos cuenten la historia de su adopción, de su vida. Solo así vamos a conocer lo que realmente saben y lo que de verdad comprenden.