domingo, 25 de octubre de 2009

Inquietud de mi origen



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Decisiones - Las buenas decisiones son resultado de la experiencia...
...y la experiencia es resultado de las malas decisiones.




¿Hablar o no hablar de la adopción? ¿Contarles todo lo que sabemos o contarles un cuento de hadas? Las respuestas a estas preguntas han ido cambiando a lo largo de los años.

Mi abuela me ha contado como su hermana, que era pedagoga, insistía en que mi tía (Historia de Amor II) siempre conociera la verdad sobre sus orígenes, pero que esto, en los años 40 era todavía una opinión que no todo el mundo compartía. Así que, mientras que miles de niños adoptados en Estados Unidos probablemente crecieron en esa época sabiendo poco o nada sobre su pasado, mi tía sí tenía información... Hoy en día, con los conocimientos que tenemos, he aprendido que esa información no fue exactamente la adecuada (porque dio mal imagen de sus progenitores), pero por lo menos lo tenía.

Todavía hoy en día hay familias en todo el mundo que no ven adecuado revelar información y datos a sus hijos y creo que tenemos que ser comprensivos porque los motivos suelen ser más que buenos. Es el caso de Mónica que nos ha querido compartir su historia personal desde México:


Inquietud de mi origen

Siempre tuve la sensación de que algo no estaba bien, aunque todo estaba muy bien!! Recuerdo claramente que a mis 15 años pensé; “yo no soy hija de mis Papás y no les voy a preguntar nada, sería lo peor que yo podría hacer, entonces… ¿de quien soy hija? A mi Papá no me parezco y a nadie de su familia, ni poquito. A mi Mamá no me parezco aunque a su hermana sí, pero la hermana de mi Mamá es una señora casada, con una familia bien, tiene hijos, no tendría porque haberme dejado, si tiene 4 o 5 hijos, porque me hubiera dejado a mí, si no soy su hija, entonces, soy hija de su hija, ¡de mi prima!” Pensé eso porque me parecía mucho a ella y es la única persona con la que físicamente encajaba, Como que tenia que parecerme a alguien para sentirme bien!

De ahí no paso; eso también es muy fuerte, jamás fui capaz de preguntarles a mis padres, Yo creo que no soy su hija, ¿De quien soy hija? ayúdenme a buscar a mi papá o mi mamá. Aunque era una adolescente decidí no preguntarles jamás y nunca lo hice, los hubiera lastimado, esa no era una opción, pasaron los años, y sigo pensando que ellos se fueron muy pronto en la vida.

Mi Papá murió; al año y medio, mi mamá, eso siempre va a ser triste. Cuando mi mamá estaba en su lecho de muerte, unas amigas de su juventud llegaron diciendo que mi mamá tenia algo muy importante que decirme para poder seguir en la vida…… mi mamá ya no podía ni abrir los ojos pero ellas dijeron: “Blanca, que le tienes que decir a Mónica” ella se inquieto, no podía, le costaba mucho trabajo. Yo pensé que no había nada malo en nuestra familia, nada que esconder; lo único era ese pensamiento que yo tenía desde hace tiempo, tome de la mano a mi mama y le dije: Gorda yo te lo voy a decir, “¿Tu no eres mi mamá verdad?” Mi mama abrió los ojos y me dijo “tu no tienes mas madre que yo” Yo respondí, “claro gorda, eso yo lo se”.

Las amigas se sorprendieron y me preguntaron si yo ya lo sabía a lo que pregunté, “bueno, ¿entonces quien es mi mamá? Las señoras dijeron que fue una sobrina de mi Mamá y un muchacho que se veía mucho en el espejo, enseguida me entregaron una tarjeta con los datos de mi padre biológico.

Esos días fueron muy difíciles, si tuve la curiosidad de conocerlos, sobre todo al padre biológico porque a la madre biológica ya la conocía, era mi prima, y a pesar de tener la intención de conocerlos, no es algo que haría inmediatamente.

Un día estaba yo pensando en todo lo que había pasado y decidí llamar a mi prima para decirle que sabía que ella era mi madre biológica, porque finalmente, era un hecho, una realidad, ¡lo sabía! Tomé el teléfono, marque y ella contestó muy alegre y entusiasta como siempre era conmigo; después de saludarla le dije: “Te llamo porque ya se que eres mi madre biológica” ella empezó a gritar, no, no, no y a llorar, descontrolada, su esposo tomo el teléfono y me pidió que por favor no la molestara, yo no podía dar crédito a lo que escuchaba aunque así pasó.

No se como sucedió, de verdad no lo recuerdo, nos encontramos y empezamos a platicar ella y yo, tuvimos dos platicas que siguieron a esa llamada.

La primera me pidió perdón llorando desquiciadamente a lo que yo le respondí que no había nada que perdonar y le agradecí que no me hubiera abortado, también agradecí a Dios y a la vida por haberme puesto en manos de los hermosos Padres que me toco tener, le sugerí que no se angustiara y que olvidara todo eso, ella insistía, en ser mi madre hasta que le respondí, “no, no, no, yo Mamá tuve y muy linda Mamá.” Esto fue desagradable ya que yo definí un límite.

De la segunda plática solo lo recuerdo verla a ella con ojos expresivos diciéndome que ese muchacho había sido su novio e iba a su casa, aunque era muy agresivo con ella y la violó. Así que yo había sido el resultado de una violación, que desagradable. Ella además recalcó el hecho de que fui niña y no sabría que hacer con una niña. Dijo “Era muy difícil para mi, me podrías quitar a mi novio! Yo no podía tener una niña!” En esa ocasión ella me lastimó aunque al escuchar y verla pensé que esa mujer estaba loca, no tenía corazón, sus palabras eran hirientes y desagradables. Me dieron ganas de llorar, sin embargo, había algo que impedía que ella me lastimara y me dí cuenta que la mujer estaba mal y siempre ha estado mal, GRACIAS Dios, que no estuvo junto a mi mientras crecí.

Al mismo tiempo la vida estaba acomodando las cosas de una forma impresionante para que también conociera a mi padre biológico, a él no tuve ni siquiera que ir a buscarlo. A pesar de ser de la Ciudad de México, estaba en Guadalajara, cerca de mí, su hijo resultó ser alumno mío y por fin se presentaron las situaciones para que nos conociéramos. Él al igual que ella, lloró pidiéndome perdón agregando que había sido un tonto inmaduro. Me aclaró que yo había nacido de mucho amor entre ellos dos. Me contó como habían sido novios e inmaduros, que la relación que ellos tenían era muy dañina y de haber seguido juntos hubieran terminado matándose.

Después de esto pensé que él por lo menos había sido considerado conmigo, además tuve la oportunidad de convivir con el por un corto tiempo en el que me pude dar cuenta que el tenía reacciones parecidas a las mías, aunque yo si las podía controlar. Era una persona con actitudes negativas, soberbias, incluso, era hiriente y maltrataba a su familia, completamente diferente a mi Papá que fue un hombre tranquilo, prudente y amoroso.

Por fin tuve la oportunidad de conocer a mis padres biológicos, entendí que físicamente me parecía a ella y que en ciertas reacciones que pasaban por mi mente, y que yo controlaba, me parecía a él.

Hoy en día entiendo que la genética no tiene nada que ver y que cada uno de nosotros es el resultado del ejemplo que vivimos en casa, mis Papás siempre fueron amorosos conmigo y GRACIAS a su ejemplo es que el día de hoy estoy viviendo una vida maravillosa. Si bien es cierto, es importante conocer el origen, lo más importante que queda en la vida es el AMOR de los padres y lo que su ejemplo nos lleva a vivir día a día.

GRACIAS Gorda, GRACIAS Gordo, los amo.


Mónica Castañeda Urrutia
Octubre 2009


Gracias Mónica por compartir tu historia.

Lo que más me destaca de esta historia es como los niños lo saben todo aunque no les decimos nada. Acabo de leer un libro sobre el lenguaje corporal (The Definitive Book of Body Language) que explica como el habla es un don bastante reciente para el ser humano y que el lenguaje corporal fue nuestro modo de comunicar durante miles de años. De hecho ¡hay bastantes gestos que todavía compartimos con los monos! Incluso no podemos evitar la comunicación a través de los gestos y los demás captan el mensaje aunque no sean conscientes de ello.

Una vez más vemos como es mejor no ocultar la verdad a nuestros hijos. Es cierto que tenemos que ir dosificando la información y adecuándolo a su edad, pero sin ocultar ni mentir ni crear cuentos de hadas que no tienen nada que ver con la realidad y que sólo tendremos que acabar desmintiendo y desmitificando en el futuro (lo cual nos restará credibilidad).

También me ha impresionado la lealtad que Mónica expresa hacía sus padres, porque sé que muchas veces los padres por adopción podemos sentirnos amenazados por los deseos de nuestros hijos de buscar información sobre sus orígenes, sobre todo los familiares biológicos. Si hay una buena relación familiar, no hay que tener miedo de perder a los hijos.

Lo que me da pena es que los padres de Mónica perdieron la oportunidad de acompañarla en la vida en su difícil tarea de desenredar su historia y comprender los complejos sentimientos que surgieron al enfrentarse con la realidad. Pero, de todas formas, da la sensación que el intenso amor que compartían con su hija todavía la acompaña, aún después de su muerte.

Una vez más, Gracias a Mónica y espero que los demás disfrutan también de la historia.

lunes, 19 de octubre de 2009

Esos Malos Oportunos

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Valentía - Sólo cuando ya no tenemos miedo comenzamos a vivir.

He robado el título a un reportaje excelente del Diario Sur escrito por José María Romera.

Basado en el concepto de que "no hay mal que por bien no venga", este reportaje me ha hecho pensar en la adopción - un magnífico ejemplo de como del mal - un abandono, la pérdida de un hijo por parte de alguien - puede salir el bien: la formación de una familia nueva y la creación de una nueva fuente de amor y felicidad.

También me ha hecho recordar como la historia nuestra no se acaba allí. Nosotros, los padres por adopción tenemos no sólo todas las tareas que tienen los demás padres y madres, sino la "capa extra" - de la que se trata este blog. Consiste en todo lo añadido que trae nuestros hijos - su pasado, su genética, sus diferencias, su raza, su búsqueda y sus necesidades emocionales. Si nos cuesta a nosotros comprenderlo todo sólo podemos imaginar lo difícil que pueda ser para nuestros hijos!

Y mientras que nosotros, los padres, podemos enfocarnos 100% en el bien que nos ha tocado, lo más probable es que nuestros hijos se enfrentarán - sobre todo durante la adolescencia - con el mal que originó un cambio tan abrupto en su destino. Pero esto no tiene porque ser algo negativo:

"Rara vez las personas que han alcanzado el éxito llegaron a él por un camino de rosas. Por regla general, las mejoras se obtienen a través de una sucesión de conquistas y de fracasos, de alegrías y de penas. Los seres más felices suelen ser aquellos que han transformado su vida a partir de grandes crisis. Porque sin al menos una pizca de dolor, de conflicto, de problema, es improbable que nadie aprenda a valorar aquello que posee o que alcanza y a desarrollar capacidades de resolución. Cualquier proceso de crecimiento -desde el personal hasta el empresarial- pasa por una o varias crisis. Ellas nos obligan a ser imaginativos y audaces, a actuar con realismo, a tomar precauciones, a buscar salidas distintas a las consabidas, a adquirir nuevos útiles intelectuales y psicológicos, en suma: a madurar," Dice Romera en el antes citado reportaje.

Mi experiencia personal me confirma que la felicidad puede alzarse de las cenizas de las crisis más profundas. Entonces ¿Porque no quiero que mi hija sufra?

¿Porque me preocupa tanto que los hechos de su pasado la podrían hacer dañar? ¿Que la palabra "abandono" entrara en su mente como una tormenta capaz de arrasar su autoestima? ¿Que un hueco - ese hueco del que hablan tantos adoptados adultos (y que he conocido en familiares y amigos adoptados) - se apoderara de su corazón para que estuviera siempre detrás de "algo" que lo llenara?


Si he disfrutado yo de tanto bien gracias a los desiertos que he cruzado y los infiernos que he vivido y sé que los mismos hechos de su vida darán las mismas ventajas a mi hija ¿Porque siento que tengo que bloquearle el paso, suavizarle el camino y dirigir sus ojos hacía otros horizontes?


Quizás porque estoy demasiado consciente de lo que significa pasar por dificultades durante el niñez. Es - en mi opinión - sumamente arriesgado porque todavía la persona no ha alcanzado un madurez suficiente para asegurar el éxito. Mientras algunos adolescentes y jóvenes logran conquistar otros acabarán abatidos durante una etapa crítica que pueda afectar el resto de su vida.

Por eso me interesa tanto el tema de la "resiliencia", de fomentar la fortaleza (La Fortaleza es un Virtud) en nuestros hijos desde pequeños.


Ségún dos especialistas en resiliencia, el Dr Robert Brooks y el Dr Sam Goldstein:

"La investigación ha demostrado que la resiliencia es el rasgo más importante que puedes desarrollar en tus hijos. Se trata de ayudarles a enfrentarse a cualquier desafío con seguridad.


"Si alguien te preguntaba que es lo que querías en tu vida para tus hijos, puede que dirías felicidad, éxito escolar, amistad, una familia cariñosa, una profesión gratificante. Aunque no puedes dar todas estas cosas a tus hijos, puedes desarrollar en ellos el rasgo que es la clave para alcanzarlos: la resiliencia.


"Un sin fin de estudios ha demostrado que la resiliencia - el tener la fuerza interior para poder con cualquier desafío - es crucial para los niños que se enfrentan a enormes dificultades. Pero en nuestro mundo de alta velocidad y estrés, todos los niños necesitan la capacidad para vencer obstáculos y superar reveses (decepciones) - o en el colegio o en el campo de fútbol o en el patio del recreo.


"En nuestros 50 años (entre los dos) de práctica como psicólogos clínicos, hemos visto como muchos padres en realidad sabotean la capacidad de sus hijos para ser resilientes en vez de fortalecerla."


La última frase me choca. ¿Sabotear a nuestros hijos? ¿Será posible?


Sin duda, pero no de forma consciente y creo que hay muchos factores que podrían contribuir a ello:


Las Prisas

El ritmo de actividad de la vida moderna hacer que perdemos muchas oportunidades cotidianas para escuchar, sentir, comprender, reflexionar - igual incluso para conocer de verdad a nuestros hijos y así apoyarles en su tarea de crecer fuertes.


El Estrés

Creo que el estrés - esa percepción de presión y agobio que vamos creando dentro - hace más difícil prestar atención a los demás, incluso a nuestros hijos. Hace también que reaccionamos muchas veces sin reflexionar lo suficiente.


La Presión

En la sociedad occidental tenemos un afán para mejorar, triunfar y alcanzar el éxito en vez de simplemente "ser". Si es cierto que para cultivar la resiliencia en nuestros hijos hay que aceptarles tal como son, igual tenemos que cuestionar la sabiduría de este rasgo de nuestra cultura.


Una Vida Instantánea

En un mundo de soluciones instantáneas, cuesta demostrar a nuestros hijos la paciencia y perseverancia necesaria para crecer bajo la presión de una crisis. Todos - incluso los padres - queremos sentirnos bien ahora mismo y tener todas las respuestas ya.


La Sobreprotección

La sobreprotección no fortalece a nadie, pero aún así podemos persistir en contar cuentos de hadas (y de cigüeñas...) para que nuestros hijos no tengan que enfrentarse con la realidad porque no queremos que sufran.


Reproduzco aquí otra vez el decálogo de los doctores Brooks and Goldstein para cultivar la resiliencia en vez de sabotearla:


1. Mostrar empatía

2. Comunicar con respeto

3. Ser flexible

4. Presta Atención 100% al niño

5. Aceptar a tus hijos tal como son

6. Dales la oportunidad de colaborar

7. Tratar los fallos como oportunidades para aprender

8. Destacar Fuerzas y Habilidades

9. Deja que tus hijos solucionan problemas y toman decisiones

10. Disciplinar pare enseñar - no para humillar o intimidar.


Y me gustaría terminar con otro trozo de ese reportaje que tanto me gusta de José María Romera, Esos Males Oportunos:


"No podemos evitar los males que nos sobrevienen, pero sí corregir nuestra actitud a la hora de afrontarlos. Si nos dejamos llevar por la pesadumbre es muy probable que no alcancemos a percibir el lado positivo que se esconde en muchas de las pequeñas o grandes contrariedades de la vida. Como explica Boris Cyrulnik, el problema suele provenir de la tendencia general a dar respuestas tristes a situaciones tristes, a concentrar nuestra mirada más en los que sucumben que en los que se levantan después de un tropiezo. Estamos instalados en una cultura del victimismo que concede mayor autoridad al llanto que a la sonrisa y que considera poco menos que un sacrilegio el hecho de buscar la parte beneficiosa de los sucesos dolorosos o traumáticos."

lunes, 12 de octubre de 2009

Mamá ¿Porque Soy Adoptada?





Hablamos con naturalidad de la adopción en nuestra casa. Sé que eso es importante, pero no estoy segura de que sea suficiente.

Y es que sospecho que para las preguntas de mi hija, hay respuestas mejores y otras peores. Porque me estoy dando cuenta de que esta “búsqueda” que esta haciendo mi hija – y que se está haciendo más intenso últimamente – es crucial para la construcción de su identidad, y si es así, entonces la información que vamos proporcionando no puede sólo satisfacer su curiosidad en este momento. Tiene que ayudarla a comprender quién es a pesar de un sin fin de piezas perdidas – informaciones sobre sus orígenes que nunca podrá recuperar – y hechos difíciles de comprender, por ejemplo unos rasgos que son tan diferentes a los de sus familiares y amigas.

Así es que hace poco me hizo la difícil pregunta “Mamá ¿Por qué Soy Adoptada?” y tuve que reflexionar bastante para encontrar una respuesta que pondría un granito de arena más en el cubo de su creciente identidad.

Por eso, no me pareció bien en dejarlo una vez más en la historia de su adopción o explicaciones generales como “todos los niños nacen de la barriga de una mamá, muchos se quedan con esa mamá, pero a veces unos padres no pueden quedarse con un bebé y entonces…”

Ya se está haciendo mayor y sé que para hacer esa pregunta después de todo lo que la hemos contado hasta este momento significa que necesita ahora comprender porque ella es adoptada y los demás niños no.

Pero ¿Qué es lo que necesita saber un niño acerca del motivo de su adopción? Si no vamos a contarle los hechos de su historia, ¿Que tendríamos para contarle?

Encontré la clave en los consejos de Debbie Riley, autora de “Debajo de la Máscara – Comprendiendo a los Adolescentes Adoptados” y gran experto en los crisis de identidad por los que pueden (¿suelen?) pasar nuestros hijos.

Riley identifica seis temas que causan gran preocupación entre los adolescentes que acuden – con sus padres – a su consulta:

1. Los motivos de su adopción – el “¿Por qué soy adoptado?”
2. Falta de información o información difícil de aceptar
3. Diferencia “No me gusta ser diferente de los demás.”
4. Permanencia – “¿Será mi familia ‘para siempre’?”
5. Identidad – “¿Quien soy yo?”
6. Lealtad – “Necesito información pero no quiero hacer daño a mis padres.”

En cuanto a los motivos de la adopción, dice Riley que:

“Los niños necesitan saber que no son responsables para las decisiones que llevaron a su entrega – que la adopción ocurre como resultado de decisiones de los adultos…

“En la mente de un adolescente adoptado hay preguntas como estas: ‘¿Por qué me entregaron? ¿Había algo que me pasaba? ¿Me entregaron porque tenían problemas con la droga o porque me maltrataban? ¿Qué me dice esto de mí? ¿Por qué no podían haber hecho algo para poder cuidarme?’

…”Antes de la adolescencia, los niños adoptados tienen mucha curiosidad sobre su historia. Aunque cuestionan las circunstancias que llevaron a su adopción, la mayoría parecen aceptar las respuestas con tranquilidad si no con un poco de tristeza. A veces faltan el desarrollo cognitivo para comprender de verdad todas las ramificaciones de lo que escuchan. Algunos padres adoptivos hacen más dulce la historia o dejan fuera los detalles dolorosos.

“En la adolescencia, el tono de las preguntas cambia y asume una nueva dimensión para el adoptado. Los adolescentes exigen respuestas más profundas y basadas en los hechos, y muchas veces responden con enfado mientras reflexionan sobre su abandono. El joven ahora comprende que la mayoría de las madres aman, nutren y protegen a sus bebés. ¿Por qué no en su caso? ¿Le pasaba algo a ella? ¿Tenía él un terrible problema? Se preocupen de estas preguntas en silencio o de una forma más abierta.”

Nos puede sorprender a los padres la idea de que nuestros hijos podrían verse culpables por la separación que hubo con sus padres biológicos – que podrían llegar a preguntar si era por algo que tenía que ver con ellos.

Sin embargo, es bastante común.

Al re-leer el libro de Riley, me dí cuenta de que lo más importante a la hora de contestar la pregunta de mi hija, “¿Por qué soy adoptada?” es dejar claro una y otra vez a lo largo de su infancia el hecho de que la adopción es una decisión de adultos.

Tiene que saber que ella era un bebé precioso y bueno, que no era posible que hiciera algo para molestar a sus padres o causarles a no quererla. Tiene que saber que sus padres se enfrentaron a circunstancias más grandes que ellos y por ello tuvieron que tomar decisiones difíciles – que igual nos cueste a nosotros comprender.

Mi hija escuchó con gran interés esta nueva respuesta a su gran pregunta (la que salió por primera vez en mismo día de su sexto cumpleaños). No sé hasta que punto ha comprendido el significado de este “avance” en la información, pero parece que se ha quedado bastante satisfecha.

Por mi parte, tengo la sensación de que poco a poco estoy comenzando a ver la adopción de mi niña desde su punto de vista y no sólo desde la mía. Por mucho que me gustaría disfrutar de un cuento de hadas, reconozco que enfrentarnos juntas a la realidad enriquece mucho más nuestra relación y nuestras vidas. Así que...
¡Adelante! Queda mucho terreno por explorar.






lunes, 5 de octubre de 2009

Niños Adoptados + Preguntas Difíciles


Imágen de Allposters.es: "Compromiso – Para tener éxito, hay que seguir allí agarrándose después de que los demás se hayan soltado. "

Poco a poco voy aprendiendo a hablar de la adopción con mi hija.

¡Y menos mal! Porque cada vez sus preguntas son más difíciles. El día de su sexto cumpleaños me preguntó, “Mamá ¿Por qué soy adoptada?”

Siguiendo el protocolo de los niños, me hizo esa pregunta tan importante en el momento menos esperado: estuvimos bajando del coche en casa del abuelo – yo con la tarta de cumpleaños en una mano y esperando a que bajara ella para poder cerrar la puerta con la otra…

Si hay una cosa que he aprendido es que ante una pregunta, siento la obligación de contestarla – bien – en el mismo momento. Creo que algo dentro de mí sigue actuando como una joven estudiante ante un examen sorpresa – o voy a aprobar o voy a suspender. ¡A ver que hago, que digo, como salgo de esto!

Afortunadamente, he conseguido hacer un cambio radical en mi forma de ver a los niños ante las grandes cuestiones de la vida. Ahora veo a una pregunta como el momento en que mi hija lanza un tema nuevo, entrando en un mundo nuevo. Me demuestra dónde esta ella en su desarrollo personal y que es lo que ahora quiere saber sobre su adopción, por ejemplo. De allí, sé que ahora tenemos el resto de nuestras vidas para tratarlo juntos.

Esto es como he tratado hasta ahora la pregunta “¿Por qué soy adoptada?

Primer Intento
En el momento de bajar del coche, lo único que se me ocurrió fue decir, “Eres adoptada porque te queremos tanto, hija mía.” Sabía que la respuesta no tenía mucho que ver con la pregunta, pero me prometí volver al tema más adelante en un momento más adecuado.

Segundo Intento
Un par de días después, cuando estuvimos solas, le devolví su pregunta: “Así que ¿Tu quieres saber porque eres adoptada?”

“¡Sí”, me respondió con entusiasmo – como si no hubiera pasado ni un minuto entre el “primer intento” y el segundo.

Y entonces... volví a estrellarme contra la rocosa costa de las preguntas difíciles – esta vez, creo, porque estaba yo demasiada preparada con una respuesta demasiado completo para una niña de su edad. De todas formas, la niña estaba encantada con la atención que prestaba yo al asunto y me hizo un montón de preguntas nuevas.

Tercer Intento
Entonces lo dejé durante unas semanas hasta que un día me vino la respuesta más adecuada que jamás podría haber imaginado (que comentaré en otra entrada). Así que volví a levantar el tema. Otra vez estaba ella muy interesada en charlar sobre “su pregunta”, pero esta vez tuve la sensación de que por fin conectamos y que la niña pudo empezar a comprender un tema tan grande como es su adopción, que realmente es un tema sin fondo – que yo sepa.

El Futuro
Como dije al principio, creo que esta pregunta – como todas – no es más que una señal: hemos llegado a otra etapa. Tendremos muchas oportunidades de ir desarrollando el tema. Porque preguntas de tanta transcendencia no se puede contestar ni a la primera, ni a la segunda… ni a la décima vez. Mi hija irá creciendo y con ella, sus preguntas junto con sus respuestas y – espero – su capacidad de comprender su vida y la vida misma, si es posible.