sábado, 15 de septiembre de 2007

Ser Diferente

En su libro “Debajo de la Máscara – Comprendiendo a los Adoptados Adolescentes” Debbie Riley explica que sus 30 años trabajando con adolescentes le ha demostrado que hay seis asuntos que hacen que los adoptados se quedan estancados o frustrados en su desarrollo como personas. Son seis cuestiones o situaciones que pueden manifestarse como rabia, rebelión, depresión, intentos de suicidio o otros comportamientos negativos, según el carácter del joven.

(Hacer click aqui para mas información sobre la foto.)

Quiero destacar que Riley sólo trabaja con adolescentes que han venido a verla porque están sufriendo problemas. Así que lo que nos ofrece es una visión de porque los problemas suelen surgir – si surgen. Luego, habran muchos niños y jóvenes más que no manifestarán nunca ningún problema. Puede que en sus familias hay un ambiente tan abierto que estas cosas no llegan a ser una preocupación – o si llegan a serlo, tienen el apoyo de sus padres para encontrar respuestas o aceptar que no hay respuestas.

Estos son los seis puntos que pueden causar dificultad en la adolescencia:

-Razones por ser adoptado
-Falta de información o información difícil de aceptar
-Diferencia
-Permanencia
-Identidad
-Lealtad

Pienso explorar con vosotros cada punto, pero esta vez quiero hablar de la “diferencia” algo que me ha impactado bastante últimamente.

En el libro “Los de Fuera por Dentro – Escritos sobre la Adopción Transnacional” tenemos la oportunidad de conocer a muchos adoptados adultos que quieren dar a conocer al mundo sus experiencias como niños de color que han sido criados en familias blancas de Australia, Gran Bretaña, Dinamarca, Suecia, Canadá y Estados Unidos.

Para mí, la cuestión de “diferencia” destaca en muchos de sus experiencias. Me ha dolido bastante conocer de cerca su dolor – sobre todo al llegar a la adolescencia y sentirse rechazados o juzgados o esteriotipados por las sociedades en las que se encontraron.

Volviendo al libro de Riley, dice que “Sentirse diferente de sus iguales es la peor maldición para un adolescente. En ningún momento del desarrollo humano de todas las etapas de la vida necesitamos tan desesperadamente ser parte del grupo como en la adolescencia.”

“Ser adoptado crea una sensación de ser diferente de muchas maneras distintas. Los adoptados muchas veces son físicamente distintos a sus familias adoptivas, pueden ser de una raza o una cultura distinta y pueden sentir que son diferentes de sus iguales que están creciendo en familias biológicas. Sentimientos sobre estas diferencias, si no son reconocidos, pueden afectar de forma negativa el autoestima del niño y la sensación de estar seguro con su familia adoptiva.”

Recuerda que Riley trabaja con jóvenes que tienen problemas. También me gustaría decir que el tono de su libro es muy positivo, dando el mensaje que con una buena comunicación entre padres e hijos y con una buena formación sobre los asuntos de importancia podemos superar los momentos de mayor dificultad para seguir adelante incluso más unidos que nunca.

He aquí las palabras de Indigo Williams Willing, una mujer de Vietnam que fue adoptada por una familia Australiana en 1972 y que se está destacando hoy en día en el mundo de la información sobre la adopción:

“Durante los primeros 5 años en Australia, no me sentí diferente a mi familia Australiana ni de su red social. Cuando veo mis fotos de niña con mi familia adoptiva, sonrío y me siento muy bien. Fui una niña pequeñita con los ojos grandes, preparada para acoger todo lo nuevo – las personas, los juguetes, los montones de ropa preciosa y una vida perfectísima de clase media…”

Fue luego que empezó a darse cuenta de que era diferente – y que la visión que la sociedad proyectaba de esa diferencia no fue positiva. Hoy intenta educar a los padres adoptivos (y al mundo, quizás) sobre la importancia de asegurar que nuestros hijos no aprendan todo sobre su diferencia de la sociedad que les rodea – que suele pintar sus países de negro, olvidando por completo las riquezas de sus historias, literatura, arte e incluso la felicidad de sus gentes. Es nuestro deber darles a nuestros niños las razones verdaderas que necesitarán para sentirse orgullosos de su diferencia, de quienes son y de dónde vienen.

En 2001, Indigo realizó un estudio sobre adoptados de Vietnam en Australia y encontró que por un lado solían disfrutar de relaciones bastante buenas con sus familias adoptivas. Pero por otro lado descubrió que solían sentirse incómodos con su identidad racial y totalmente separados de su historia.

Una chica que había crecido en un pueblo rural cerca de Sydney le dijo, “Odiaba mi cara y me identificaba tanto con mis amigos que odiaba otros personas de Asia.” Sabía que los chicos la veían como “demasiado diferente” como para salir con ella.

Me incomodan estas palabras, pero por otra parte creo que tenemos suerte de que hay gente sincera que hoy en día estan dispuestos a compartir sus experiencias con nosotros con el objetivo de darnos las herramientas necesarias para poder equipar a nuestros hijos.

Así que - ¿Qué hacemos?

Frances Kai-Hwa Wang, en el libro Adoption Parenting, anima a los padres adoptivos que tienen hijos que son visiblemente diferentes a ponerse en una situación en la que son ellos – los padres - los que son los “diferentes”. Busca una situación en la que eres “el único” – el único (o la única) mujer, persona heterosexual, hombre en un salón de belleza llena de mujeres, cuarentón en una fiesta de universitarios, europea en un grupo de inmigrantes sub-saharianos – lo que sea – y observa como te hace sentir.

Luego ella nos recuerda que en estas situaciones hemos elegido ser diferentes. Tenemos que imaginar como sería ser siempre, siempre, sin elección, la persona diferente – la que no pudo esconder sus diferencias, la que siempre tenía que contestar las preguntas sobre de dónde éra y como era que hablára tan bien el castellano o el catalán o el euskera o lo que sea, de porque era tan diferente de su familia…

Esto cansa y comprenderlo es el primer paso para nosotros.

Comprender nos hará capaces de comunicar – el gran clave – de poder comunicar de verdad con nuestros hijos, no negando su experiencia, ni intentando dejar de tratar el tema con frases como “no te preocupes, eres fuerte, no hagas caso, eres guapísima, no tiene importancia, habrá otra oportunidad” etc.


Por lo que he leído hasta ahora, creo que es imprescindible comprender, comunicar y – en vez de decirles que son fuertes – hacerles fuertes, en este caso armándoles con la información necesaria para ver sus orígenes de forma equilibrada y así entender la riqueza de la herencia que está detrás de sus diferencias. Así podrán incorporar la diferencia dentro de su identidad de una forma que les dará poder – el poder necesario para salir adelante en este mundo occidental que es quizás más homogéneo de lo que habíamos imaginado…

7 comentarios:

José Luis dijo...

100% de acuerdo.
Es fundamental para nuestras niñas que sus padres valoren positivamente su origen. Ya que no podemos transmitirles la lengua y cultura chinas, al menos podemos transmitirles un sentimiento de amor por el país en el que nacieron. Debemos esforzarnos por mostrarles la naturalidad y normalidad de nuestras familia. Para eso lo primero es ser consciente de que somos una familia diferente y asumirlo con todas las consecuencias y enseñarles que hay otras familias así y que eso es estupendo.Por eso son importantes las reuniones periódicas con otras familias con hijas adoptadas en China y sobre todo la transmisión positiva del origen.
Es muy cierto que muchos padres no son capaces de ponerse en el lugar de sus hijas y es ese, un sano ejercicio que deben hacer: el de ser conscientes de lo que supone sentirse siempre distintos. Debemos ayudar a nuestras hijas a que tomen conciencia de su diferencia y ayudarles en lo que podamos a llevar lo mejor posible esa sensación de sentirse diferente y a ser conscientes de que nosotros no la sentimos pero que nuestras hijas sí y pienso que la ayuda empieza con un primer paso: celebrando esa diferencia y no minimizándola o ignorándola.

Anónimo dijo...

Hola Brenda:
yo también te doy la "bentornata"
Me alegra volver a abrir tu blog y encontrar nuevas interesantísimas lecturas!!!

un abrazo
Roberto Pili

Brenda Padilla Ericksen dijo...

¡Gracias a los dos!

Estoy encantada de estar aqui - en el mundo virtual.

Brenda

Anónimo dijo...

Cuando fuimos a buscar a Paloma, a finales de 1999, tuve una experiencia muy significativa.
En Pekín se celebraba el nuevo milenio, el 2000 por todo lo alto.
Bajé del Hotel y en la calle Wuangfujing, la famosa calle peatonal cercana a la Ciudad Prohibida, había decenas de miles de personas, quizás cientos de miles, por que la calle es muy larga y eso parecía un autobus en hora punta.
A pesar de estar en un sitio céntrico y turístico a mi alrededor no vi ni un narizota.
Fue cómo un foco que iluminó la esencial estupidez de nuestro "eurocentrismo" o cómo se quiera llamar a esa idea provinciana y peligrosa por la que tu ombeligo es el centro del mundo.
Estaba rodeado de tanta gente, pero sentí una extraña sensación, una especie de montaña rusa de emociones, en las que entraba la felicidad por estar allí, la alegría de sentirme tan a gusto, pero también la soledad, la conciencia de la diferencia y de mi pequeñez frente a ese mundo.
Lo que todavía me queda, más fuerte que nunca, es el respeto y la admiración hacia China y su población.

Cuando pasó la media noche empezaron una Ola con la voz, es decir en lugar de levantar los brazos, el testigo que pasaba el vecino delante era un: ooooh!!!
Fue realmente impresionante!

Roberto Pili

Brenda Padilla Ericksen dijo...

Gracias Roberto, por compartir esa experiencia de diferencia.

Confieso que mi vida aquí en españa me ha hecho consciente de como es "ser diferente".

Por supuesto tengo buenos amigos y familiares españoles (a traves de mi marido) y me siento estupendamente bien aquí. Sin embargo - soy diferente.

Soy rubia - muy rubia con "cara de extranjera", tengo mucho acento y muchas veces me he dado cuenta de que hasta los temas de conversación que a mi me interesan son distintos a mis colegas europeas - soy diferente.

He elegido mi camino - pero a veces me siento harta - sí, harta -de ser diferente. Quiero ser como todos, quiero pasar desapercibido, simplemente quiero ser yo - sin mas.

Llevo muchos años con este "problema" - que realmente sólo surge de vez en cuando - en momentos quizás dificiles o cuando tengo delante algún desafió y sería más fácil superarlo si no fuera "diferente".

Pienso en esto cuando leyo sobre "la diferencia" en relación a la adopción.

Ella - mi hija - no ha elegido ser diferente, así que cuando le surgan estos momentos, quizás será más difícil para ella.

Sin embargo, comprendo muy bien que incluso en los momentos cuando más quieres ser como los demás, puedes reconocer las ventajas de ser quien eres. Pero para eso, creo que hace falta tener un buen imagen de ti mismo, de sentir básicamente bien en tu piel. Y así - volvemos al tema de la identidad y del autoestima...

Anónimo dijo...

Que encanto , que maravilla, bienvenida Brenda y gracias por estar aquí de nuevo y con colaboradores tan especiales como Roberto Pili.

Me ha encantado estos dos últimos comentarios y en lo que a mí respecta en cuanto a mi hija y mi futura hija de China ambas es que me intento empapar de toda su cultura para transmitirsela a ambas y sobre todo fomentar que siempre tenga una alta autoestima.

Gracias

Maria José

Brenda Padilla Ericksen dijo...

Maria Jose,

Me alegro tenerte aquí con nostros.
¡Gracias por tu comentario!

Brenda