miércoles, 27 de agosto de 2008

Reflexiones sobre la Identidad Étnica/Racial

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La redacción de Identidad Étnica aumentó mi curiosidad sobre este aspecto de nosotros mismos - y sobre todo nuestros hijos.


He estado investigando en internet y he descubierto una riqueza de información (aunque tenemos que reconocer que sabemos poco todavía sobre el desarrollo de esta faceta de la persona).

En primer lugar, hay que considerar el vínculo entre raza y étnia. Una persona blanca en Norte America o Europa no tiene que preocuparse tanto por su identidad étnica como una persona de color. Como sugiere Marianne Gullestad, una antropóloga noruega, el hecho de que la identidad de una persona de color está "bajo ataque" por la sociedad hace que para él o para ella su identidad étnica sea de suma importancia. (Ver su artículo)


Así que los que tenemos hijos de otra raza, debemos comprender que el simple hecho de que la sociedad asocia a nuestros hijos con una étnia y cuestiona su pertenencia a la sociedad puede despertar la necesidad - sobre todo durante la adolescencia - de saber "quienes son" en cuanto a su orígen étnica. Parece que los niños del Este de Europa adoptados en Noruego, por ejemplo, demuestran menos preocupación por su identidad étnica - lo cual me parece lógico. Casi pueden olvidar que vienen de otro país si quieren...


Gullestad cuenta la historia de Hannah, una mujer que fue adoptada de Etiopía por una familia noruega cuando fue una niña pequeña. Dice Hannah:


"Muchos creen que es suficiente estar integrada de forma lingüística y cultural en una sociedad para ser aceptado. Eso es falso. Durante 19 años de mi vida he sido tan noruego que me olvidé de los míos para satisfacer a los demás... Durante los otros nueve años he descubierto quien soy de verdad - una mujer Etiopíe-Noruega con el derecho de definirme a mi misma. Hannah "la negra" está muerta y enterrada para siempre. ¡Que alivio!"

También dice:


"Por fuera, fui una niña sana que no debía de haberse quejado por la buena forma en la que fue criada, por sus buenos amigos, el amor y el cuidado. Por dentro, construí muros de sensibilidad y malos sentimientos porque no sabía como iba a salir de ese círculo malvado. Cruzé la calle cuando ví a otras personas negras. Miré al suelo cuando me enfrenté con otras personas adoptadas. No me gustó la persona que fuí."


Luego, de mayor empezó a conocer gente como ella y abrirse a ellos. "Conocí a personas con orígenes similares a las mias y pude hablar de mis experiencias sin que me dijeron que era demasiado sensible."


Fue a Etiopía para volver a descubrir su país de orígen y lloró cuando entro en una iglesia y veía ángeles negros. "Lloré. Puede parecer una tontería, pero fue bueno ver que los ángeles eran negros."


Como explica Gullestad, la piel negra de Hannah le marcaba para la sociedad. La señala como diferente y como una persona con orígenes lejanas. Así que Hannah al final, necesitaba saber más sobre esa orígen lejana que le fue adscrita por los demás. Sobre todo le hacía falta una conexión con su cultura de orígen para poder dar un significado positivo al color de su piel.

¿Que tipo de lección podemos sacar de esta información?


Para decir la verdad, las palabras de Hannah me partieron el corazón. Sé que ninguno de nosotros queremos que nuestros hijos sufren así - que se sienten aislados, sólos, poco comprendidos, desconectados de una parte importante de si mismos. Es una receta segura para le infelicidad personal.


Pues, entra el artículo de la psicóloga Jeanne Lin: Ayudando a tu Hijo a Desarrollar una Identidad Racial/Etnica Positiva.


Lin explica que hay un modelo que los psicólogos han identificado de desarrollo de la identidad de una persona que pertenece de alguna forma a una minoría en la sociedad. Dice que la primera fase es conformidad con la cultura de la mayoría. Esto indicaría que sería normal que nuestros hijos pasaron por una fase de verse como españoles 100% - sin cuestionar su identidad étnica o racial. Durante esta fase, la persona puede incluso adoptar estereotípos negativos que la sociedad tiene hacía su propio grupo étnico/racial.


La segunda fase consiste en darse cuenta de que pertenecen a un sector minoritario de la sociedad que está oprimido por la mayoría. A la medida que se vayan identificando con esa minoría - muchas veces a raiz de experiencias con el racismo - pueden empezar a sentir rábia y resintimiento hacía la mayoría (incluso los padres).


Lo ideal seía que durante la tercera fase, empiezan a ganar perspectiva y ver las zonas gris de la vida para construir una visión más integrada del mundo.


Dice Lin:


"Mientras los niños vayan acercándose a la adolescencia, se hacen cada vez más conscientes de las consequencias de la raza. Por ejemplo, tendrán que determinar como van a experimentar el hecho de que en nuestra sociedad (en este caso el americano - pero créeme - esto es aplicable en Europa también) - se hacen distincciones importantes a base de la raza de una persona. Es decir - la raza sí importa. Y ¿Que van a hacer sabiendo que su raza/étnia es una que generará muchas presunciones negativas? ¿Como van a asimilar el hecho de que su padre no sólo no comparte su estatus racial, sino que pertenece a un grupo que - como grupo - oprime los miembros del grupo racial del niño? ¿O el hecho de que como miembros de ese grupo el padre tendrá privilegios que el niño no tendrá?


"Si es dolorosa leer esas preguntas, imagina como debe sentir ser un adolescente y tener que vivir con ellas. Rábia, envidia, soledad y confusión son todos normales y respuestas esperadas. De hecho, los sentimientos que este conocimiento provoca pueden ser tan incómodos que algunos individuos se defienden contra ellas negando que la raza importa. '¿Porque a la gente le importa tanto la raza. Las personas son personas y punto. ' 'La única raza a la que yo pertenezco es la raza humana.' Esta reacción puede ser tanto del padre como del niño.


"Cuando los adolescentes empiezan a comprender el impacto de las diferencias de raza, puede que tengan visiones muy rígidas de una raza contra otra; es decir, que ven a todos los blancos como racistas, o todos los miembros de su propio grupo étnico como de no fiar. Este reconocimiento de los aspectos negativos de las diferencias entre razas puede amenazar los vínculos familiares que la familia transracial ha trabajado tan duro para crear. Los padres y los niños pueden sentirse rechazados, confundidos y no comprendidos. En tal situación hace falta mucha confianza, paciencia y comunicación - y esto justo cuando parece que queda muy poco de cada una de estas cosas.


"Lo que los padres pueden hacer:


*Sí - Intenta hacer claro tu compromiso con tu hijo. Es difícil cuando hay rechazo, pero es crucial. Puede ser de ayuda recordar que tu hijo probablemente se siente tan confuso e inseguro como tú.


*Sí - Reconocer y aceptar el enfado que puede acompañar el dolor. Esto no quiere decir que toleras comportamientos no aceptables. Reconocer que tiene derecho a sentirse enfadado, darle la razón por sus motivos de estar enfadado y compartir su sufrimiento por las injusticias que ha detectado y experimentado ayudará mucho para que resuelve sus sentimientos y también para fortalecer los lazos entro vosotros.


*No - intentas negar o explicar o hacer excusas por lo que experimentan como racismo. 'Seguro que no era su intención.' 'No creo que te haría daño a propósito.' Estas respuestas pueden ser ciertas, pero no son lo que tu hijo necesita oír de tí. En vez de hacerle sentir mejor, respuestas como estas le asegurará que sería imposible para tí comprender su experiencia - o peor, que no le crees.


*No - cayes en la trampa de sentirte culpable por tu raza. Si tu hijo se siente dolido por un comentario o comportamiento racista, intenta ayudarle a distinguir entre lo que es un comportamiento humano y respetuoso y lo que es un comportamiento abusivo - en vez de utilizar un estereotipo o generalización racial para explicar lo ocurrido. Sobre todo cuando eres blanco y la persona que le hizo daño también lo es, será importante para tu hijo escucharte reconocer que algunas personas blancas de verdad abusan de su poder para hacer daño a otras personas.


*Sí - dar ejemplo de como reaccionar ante el racismo. Una amiga que adoptó un hijo de orígen índio (de E.E.U.U. y el cáribe) llevó su hija a ver Pocahontas. La niña se quejó de que refirieron a los indios como "salvajes" y susurró a su madre, "¿No es maleducado?" cada vez que hicieron referencia a los "salvajes". La madre se reía cuando me lo contó ('¡Por Diós - ní puede disfrutar de Pocahontas!') y confesó que no debió de haberse sorprendida por la reacción de su hija porque tanto ella como su marido 'siempre estuvamos haciendo comentarios así'.


"De hecho, a través de ese ejemplo, la madre estaba ayudando a su hija a "exteriorizar" comentarios racistas en vez de "interiorizarlos". Son ellos - los que utilizan palabras tan poco adecuados - quienes son los maleducados, no que la niña es un "salvaje". Esto es una habilidad crítica para un niño de color que le equipará para un río de mensajes negativos que probablmente van a encontrar durante su vida. Es através de la observación de estos ejemplos de enfado por parte de los padres que aprenderán a hacer lo mismo.


"Por supuesto no todo el mundo puede saber la formula perfecta para responder a cada comentario insensible en su momento. De hecho, una de mis respuestas más frecuentes a la falta de sensibilidad racial es de un shock incrédulo y un silencio total. Es después que pensamos en todo tipo de respuestas ingeniosas. Dáte permiso para no gestionar insultos raciales a la perfección - esto es "ser humano". No te sientes avergonzado. No eres tu ni tus hijos quienes tienen que sentir verguenza. Utiliza cualquier reacción que has tenido para "procesar" lo ocurrido con tus hijos. 'Vaya. ¿Puedes creer lo que dijo? Es que me quedé con la boca abierta; no sabía que decir.' Haz un juego de todo lo que te hubiera gustado decir. Compartiendo y procesando juntos estas experiencias es una forma importante de exteriorizar el racismo.


"No esperas que tengas todas las respuestas. Has pasado toda tu vida comprendiendo el mundo a través de tus ojos. Mientras compartes tu vida con tus hijos verás el mundo a través de sus ojos. No tengas miedo para hablar de tus preocupaciones y miedos y compartir vuestras experiencias con otras familias. Tienes una experiencia vital única y especial, pero no estás solo."


***


Bueno, personalmente me ha encantado este escrito de Jeanne Lin. Por su apellido y por algunas de esas últimas palabras sospecho que es una persona de orígenes asiáticas. Se nota que sabe de que habla.


Me gustaría cerrar con una vuelta al trabajo de la antropóloga noruega Gullestad, por que en su artículo hace una reflexión sobre los padres noruegos que durante la década de los 90 no sabían equipar a sus hijos para la vida real en una sociedad que no siempre aceptaría a sus hijos como noruegos.
Explica Gullestad que durante los '90 el Partido Progresista comenzó a fomentar una resistencia popular contra la inmigración. Los padres adoptivos se sintieron asustados y temieron que la clima anti-inmigración podría afectar a sus hijos y la reacción general fue negar que sus hijos tuvieron algo que ver con los grupos étnicos/raciales de los inmigrantes - sus hijos fueron noruegos 100%.
"De algún modo," escribe Gullestad, "los padres así reproducían estereotipos comunes sobre los 'inmigrantes' para salvar a sus propios hijos de los mismos estereotipos." Pero los padres estaban preocupados por lo que pasarían a sus hijos una vez que se fueron de casa (sé por otros escritos que algunos lo han pasado muy mal).
"No es de extrañar," continua Gullestad, "que muchas persons adoptadas han descubierto que eran demasiado protegidos durante su niñez y que enfrentarse con el racismo en la vida real ha sido un shock del que han necesitado mucho tiempo para recuperarse."
Cita a Cathrine Sandnes, una mujer que fue adoptada de Corea del Sur:
"Fuí una niña de los años 1970 - la década en la que fueramos todos iguales, sin importar nuestra apareciencias. Y por esto me dieron una respuesta clara cuando pregunté a mis padres y profesores porque la gente se quedaba mirándome, porque me señalaban con el dedo... me decían que era mi imaginación. Que por supuesto yo era exactamente como los demás niños y que no debía de darme importancia si esos niños dijeron algo distinto.
"Más tarde, sigo totalmente alucinada con esa ingenuidad del mundo adulto. La creyencia inocente de que si 'alguién dice que es blanca, es blanca'. A la misma vez me conmociona ese intento equivocado pero bien intencionado para fomentar el auto-estima."
¿Comentarios?




1 comentario:

Abril dijo...

gracias por la información que me aportas con tus post,

un beso