Fue adoptada de China con 12 meses - el día después de su primer cumpleaños. Estaba muy bien. Había estado con una familia de acogida que debía de haberla cuidado muy, muy bien.
Su madre en España creía que por haber sido adoptada tan pequeña, su pasado no le afectaría demasiado, sobre todo considerando lo bien cuidado que tenía que haber estado en China.
Sin embargo, pasaban los meses y los años y la niña seguía mostrando un grado de inseguridad que no le parecía normal a su madre. Había hasta situaciones en que su madre no podía ni dar la vuelta de la esquina sin que la niña se pusiera muy nerviosa - y esto seguía siendo el caso años después de unirse con su familia.
Pero fue en Segundo de Primaria cuando la situación llegó a un punto de inflexión.
Fue entonces cuando la profesora dejaba a los alumnos - por primera vez - salir solos para buscar a sus padres en la puerta del colegio. Era realmente un hito para los niños, ya eran mayores, ya no tenían que ir de la mano de la profesora. Sin embargo, no fue así para esta niña. En cambio, fue una experiencia que le producía terror... si su madre no estaba allí mismo en la puerta esperando.
La primera vez que su madre llegó un par de minutos después del timbre, pudo ver a la niña desde lejos. Tenía la cara congelada con miedo (una expresión particular que la madre ya conocía bien). Cuando vio a su madre, comenzó a llorar. Y cuando la madre se acercó para preguntarle que le pasaba y cogerle de la mano, empezó a gritar con rabia, "¡Tú no estabas! Tú no venías!" Estaba temblando con rabia.
Por mucho que su madre intentaba tranquilizarla, parecía que no era capaz de perdonarle.
"Pero hija," dijo, "No te enfades tanto. Sólo he llegado un par de minutos tarde. No siempre voy a estar aquí mismo en la puerta. Tenía que aparcar nada más. Si tienes que esperar un poquito no te preocupes. Tú sabes que voy a venir. YO SIEMPRE VENGO POR TI."
Pero parecía que la niña no lo tenía tan claro. Porque durante los próximos meses, tuvieron que repetir el mismo escenario varias veces. Hasta que un día, la madre se dio cuenta de que tenía que cambiar de estrategia. Y esto es lo que dijo:
"Hija mía, Ya te he dicho que siempre, siempre voy a venir a recogerte en el colegio. ¿Pero qué pasaría si algún día me pasó algo y no podía venir? ...Entonces vendría papá. ¿Y qué pasaría si papá tampoco podía venir por algún motivo? ...Entonces tu hermana mayor llamaría a tu abuela y ¿sabes lo que haría la abuela? Como vive lejos, llamaría a la tía María para que viniera a recogerte y ella se quedaría contigo hasta que llegaron los abuelos. ¿Y qué pasaría si los abuelos tampoco podían venir? ...Entonces tú tienes un montón de tío y tías - y todos estarían preocupados por ti... (Y comenzaron a repasar la lista de tíos, tías, primos y los demás miembros de la familia). Porque hija mía, tú no solo tienes a nosotros, a mamá y a papá y a tus hermanos - tienes a mucha, mucha gente pendiente de ti. Todos te quieren y todos van a estar siempre allí por si les necesitas."
Fin de la historia. Desde entonces, ha podido llegar al colegio incluso 10 minutos tarde sin incidencias.
Me encanta esta historia porque es un buen ejemplo de algo difícil de comprender: hasta qué punto nuestros hijos necesitan hablar de lo que significa una familia. En su libro "El Apego en la Adopción" (solo en inglés), la trabajadora social, Debora Gray, habla bastante de este fenómeno, de niños que necesitan que alguien les explica una y otra vez, y que les enseña a través del ejemplo, lo que significa una madre, un padre, unos abuelos, unos hermanos.
Los "Niños Velcro" (los inseguros que se quedan pegados a sus padres) necesitan oír una y otra vez que sus padres van a volver - y quizás también necesitan más explicaciones para comprender que hay detrás toda una red de apoyo en la familia extensa. Porque ellos saben, por experiencia propia, que las personas pueden no volver. Incluso los que no se acuerden conscientemente, lo saben porque les hemos contado su historia y a partir de los 6 o 7 años tienen muy claro que para ganar una familia, primero tuvieron que perder otra.
Los "Niños Teflón" (los que "no necesitan a nadie"), necesitan saber que ya pueden bajar las defensas, que dentro de una familia las personas se dependen el uno del otro, que pueden dejar que sus padres le mimen y le cuiden, que no se tiene que preocupar por todo - porque ahora tiene una familia. Si ha pasado mucho tiempo institucionalizado, puede que necesite bastante formación para saber relacionarse con sus hermanos o con otros niños - sin tratarles como competidores que tienen que ser vencidos para asegurar la supervivencia propia.
Los que hemos crecido en familia hemos interiorizado las reglas de un juego que muchos de nuestros hijos no comprenden. Otros - como la niña de la historia que acabo de contar - han tenido tiempo para conocer las reglas y parecen formar parte del juego, pero no están convencidos todavía. Su propia historia confirma que el juego no siempre termina bien y que las reglas no siempre funcionan.
En el mundo de las comunicaciones hay un fenómeno que se llama (cariñosamente) "La Maldición del Conocimiento". Es lo que ocurre cuando una persona que domina un tema, quiero compartirlo con otra persona. La "Maldición" entra cuando el que sabe mucho olvida que el otro no sabe nada de este tema, que necesita una formación básica antes de entrar en terrenos más avanzados.
Creo que es lo que hacemos muchísimas veces con nuestros hijos - y no solo nuestros hijos adoptados. Demasiadas veces, los padres nos damos por hecho que nuestros hijos deben de comprender algo que no pueden comprender. En el caso de las relaciones familiares, cuesta muchísimo ponernos en el lugar del hijo. Cuesta creer que no le es obvio algo tan básico como, por ejemplo, que mamá y papá le van a querer "para siempre" (un concepto bastante abstracto, por cierto).
Como padres, tenemos que hacer un gran esfuerzo para ver el mundo desde el punto de vista de nuestros hijos - solo así podemos comunicar con ellos desde su realidad y respondiendo a sus necesidades.
6 comentarios:
Ahora te voy a contar otra historia desde el punto de vista de algún caso en de los profesionales de la enseñanza,que algunos aún tienen que aprender.
Cuando mi hija mayor iba a primero de primaria (6 años) en septiembre en una extraescolar,nos mandaron una nota en la que ponía que a las cinco de la tarde la logopeda las recogía y no teníamos que recogerlas hasta las 6 y cuarto.
Pues bien,yo recogí a mi otra hija pequeña,que se recogía en infantil y por lo tanto era diferente patio por lo que no se veían entre sí y me fui a casa porque hasta dentro de una hora no tenía que recoger a la mayor,tal como habían hecho el curso anterior,y además tal como explicaba en la nota,que la maestra tenía que recogerlas y llevarlas a clase de logopedia,no las madres.
Cual fue mi sorpresa,cuando llegué a las seis,y me vi a mi hija en un ricón del gran patio,y se puso a llorar y a chillarme que no la había ido a recogerla y que a su hermana sí,que no la quería.
Al parerer no habían recogido a la niña para llevarla a la clase de logopedia y había estado una hora allí en el patio,y claro estaría asustadísima.
Por mucho que le explicabas no entendía.........lo dije y al rato me llamaron por teléfono a casa y al parecer habían escrito mal la nota y no se habían dado cuenta,por lo que las madres teniamos que llevar a las niñas de una clase a otra.La culpa fue de ellos porque eso no ponía en la nota,además que justo el año anterior también eran ellos los que las recogian y no las madres....las madres acuidamos directamente a las seis.
Lo que no entendieron por mucho que les expliqué,es que mi hija estaba tremendamente asustada porque se sentía abandonada,y más una hora,que además le podía haber dado por salir a la calle y pasar algo peor.
Me contestó que no le diera importancia porque la niña estaba jugando con mis sentimientos,y que eso lo hacian todos los niños para que nos sintieramos culpables.
Vamos que no entendió que una cosa es que uno se sienta que no van a por él,y otra que algunos niños en su pasado ya han vivido ese sentimiento real.
En fín,aún les que da mucho por aprender.
Mª Carmen
Bueno, yo tengo por ahora una buena experiencia escolar con mi hija. Ella tiene dos años recien cumplidos y acude aun a la guarde. Antes de entrar le explique a la directora la circunstancia de mi hija, que era adoptada y que le costaban especialmente las separaciones. propuse y aceptaron de buena gana la adaptacion con padre durante una semana. Mi hija entendio que la guarde era un lugar tambien de papa y mama, visitamos antes de empezar la guarde y jugamos con ella, sentados en el corcho una semana. Hicimos fotos esos prmeros dias que colocamos en la casa y tb de su profesora. No lloro ningun dia. Pero despues de llevar 4 meses alli, la profesora me dijo que llevaba dos dias llorando al final de la jornada justo despues de marcharse el primer niño, lloraba y preguntaba por mi. A ella le chocó porque nunca antes habia llorado y me pregunto muy educadamente si yo creía que pudiese tener que ver con su vida previa, si podia creer que no la recogia. Ella le contó que yo siempre iba y si no sus abuelos(si yo no pudiera). hablamos con ella y con dos años fue increible escucharla decir "yo lola (sola) no, julia bebe lola(sola)". Ahora cada dia al entrar le recordamos que mama viene seguro cuando ella termine de comer y yo intento estar la primera o segunda como mucho a la hora de recogerla de la guarde.....
un abrazo
laura
Gracias por los dos comentarios.
Creo que es difícil también comprender que nuestros hijos no siguen una línea recta. No es que se sienten abandonados y luego comprenden que ahora todo está bien etc. Puede que se encuentren bien hoy, pero mañana se sienten abandonados, solos y con mucho miedo.
Lo del abandono no es algo que te superas una vez. Para los niños es algo que se van comprendiendo cada vez más y que en algunos momentos les afecta más y otros menos. Luego es algo con la que vives toda la vida. Lo sé muy bien por mi propia experiencia.
Besos.
Exacto Brenda,yo pienso igual ,que no es una puerta que cierras y ya está,sino que cada vez entiendes mejor pero que siempre te queda un por si acaso que no tiene porque salir,pero que en algún momento de tu vida te lo puede volver a recordar una circunstancia similar.....vamos,la voz del subconsciente.
Ya te digo,que de eso hace ya 5 años y no ha vuelto a pasar.....es más a veces mi hija mayor le ha explicado ahora a la pequeña cosas para que entienda.....que por cierto eso también ayuda mucho,pues ya se sabe que los segundos aprenden de los primeros.
Mª Carmen
Nosotros vivimos en una de las ciudades más conflictivas del mundo, la Ciudad de México, en una ocasión llegué al colegio casi dos horas tarde, mi hija estaba en un estado total de angustia y llorando sin parar, por desgracia justo ese día había olvidado el celular en la oficina y no había manera de avisar al colegio que estaba atorada en una manifestación. Cuando finalmente llegué mi hija no me dejaba ni que me acercara y sólo me gritó "nunca me vuelvas a hacer esto". Cuando se calmó nos abrazamos y traté de explicarle lo que había sucedido y aunque su cabecita trataba de entender, su corazón no lo logró. Así que a partir de aquel día en primer lugar trato de estar muy a tiempo, pero como no siempre es posible me aseguro de tener siempre el celular y cuando sucede algo imprevisto, que en esta ciudad sucede con bastante frecuencia, hablo al colegio para avisar y pido que avisen a mi hija que mamá está atorada, y si la nena está muy angustiada incluso me la ponen en el teléfono. Hace no mucho volví a llegar bastante tarde y bastó con avisar al cole, cuando llegué la nena jugaba futbol con el poli y con una de las administrativas, estaba tranquila y me recibió con gran sonrisa. Pero como dice Brenda, esto no implica que ya lo tengamos superado, estoy consciente que en el futuro tendremos momentos que le afecten más. Por ejemplo por ahora está mucho con el tema de su mamá biológica, casi todos los días habla de ella, primero inicia el tema y después de hablar dos frases dice que mejor no quiere seguir con el tema porque es muy triste.
Magnífica entrada, Brenda. Las conversaciones iniciales se parecen a muchas que he mantenido con mi hijo mayor (tanto la de "siempre vendré" como la de la familia), y la reflexión posterior me parece básica para saber cómo actuar.
Un abrazo
http://madredemarte.wordpress.com/
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