lunes, 18 de junio de 2007

Yo Pertenzco

Leí el libro "Veinte Cosas los Hijos Adoptivos Quieren que Sepan sus Padres Adoptivos" por Sherrie Eldridge y aprendí unas cuantas cosas. Lo único que no me gustó era la poca piedad que tenía para sus padres adoptivos - que la adoptaron en una época en la que no había la información que tenemos hoy en día - no la tenían precisamente porque fueron ellos los que nos dió la generación que hoy está hablando...

Por otro lado, entiendo que el motivo del libro no era elogiar a los padres, sino de ser honesto con nosotros sobre sus sentimientos y de explicarnos cuales son algunos de los errores más comunes que podemos hacer con nuestros hijos - y así ayudarnos a prevenir.

Uno de esos posibles errores se me quedó grabado en el corazón. Dice que muchos padres adoptivos y otros familiares y amigos, en sus intentos para hacer que los niños se sienten parte de la familia, les dice cuanto parecen al padre, madre, hermana, el tío Juan, lo que sea - cuando todos saben que esto no sólo no es verdad, sino que si lo fuera no sería más que una casualidad.


Entiendo como esto podría molestar - que todo el mundo, en vez de reconocerte por quien eres y gustarte por como eres, intenta una y otra vez hacerte encajar a la fuerza en un sitio dónde no cabes...



Así que al adoptar a mi hija, tuve mucho cuidado con eso.... hasta que leí otro libro que me ha ayudado a entender este concepto mucho mejor.




En el libro "Padres Verdaderos Hijos Verdaderos", Holly van Gulden nos dice que es importantísimo que nuestros hijos tienen la sensación de que pertenecen en la familia. Esto es una de las bases del éxito en una familia creada o ampliada por adopctión - según ella. Y se logra esa sensación de pertenencia destacando los similitudes entre el niño y los miembros de la familia.


Sin embargo - y aquí es la clave - no se trata de enfocarnos en similitudes físicas o en inventar parecidos, sino en buscar gustos, hábitos, ideas o lo que sea que tenemos en común con nuestros hijos y destacarlos. A la misma vez, nos aconseja van Gulden que reconocemos las diferencias entre nosotros - tanto físicos como cualquier otra diferencia - valorándolas y demostrando que las diferencias se puede apreciar y disfrutar.


En uno de sus talleres para padres adoptivos van Gulden recomienda que por cada diferencia, busquemos dos cosas que tenemos en común - pero vamos, suponemos que hacemos esto con naturalidad, no como una formula.


Una cosa en común podría ser que "A tí te gusta el chocolate igual que a mí" o - como digo a mi niña cada mañana "Mira como tu te levantas por la mañana tan rápido, igual que yo." Entonces ella siempre va nombrando cada miembro de la familia para recordar (otra vez) quién se levanta rápido como mamá y a quién le cuesta despertar - como papá.


Parece que para un hijo que tiene diferencias que destacan, cultivar esta sensación de pertenencia es muy importante a lo largo de los años.

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